martes, 28 de octubre de 2008

DR. TERROR (1964) De Freddie Francis


Nuevamente tenemos a Peter Cushing y a Christopher Lee, pero esta vez alejados de la Hammer y pasándoselo bomba trabajando para la competencia. Hacía tiempo que no hablabamos de un clásico de la Amicus y nada mejor para ello que referirnos a la más famosa colaboración del duo con dicho estudio -conocido, recordemos, como "El Estudio que goteaba sangre" , en referencia a "The House That Dripped Blod", otro de sus films fetiche-. "Dr. Terror´s House of Horrors" es una de las mejores (por no decir la mejor) película de la Amicus, productora también inglesa y principal competidora de la todopoderosa Hammer en el terror sesentero. Este film reunió de nuevo a los dos grandes actores bajo la batuta del también Hammeriano Freddie Francis, otro viejo conocido del blog y excelente director de fotografía de algunas películas realmente míticas -¿Que otro adjetivo podríamos ponerle a "Suspense" de Jack Clayton?-, y al igual que casi todos los films de la Amicus se compone de una serie de historias cortas de terror, que en este caso son cinco.

Peter Cushing (con acento alemán) da vida al Dr. Shreck, que es el nexo de unión de los relatos. En un viaje nocturno en tren el mencionado doctor usará el tarot para leer el futuro de sus cinco compañeros de vagón (Con Christopher Lee y Donald Sutherland entre ellos), que consiste en cinco historias de terror que revisan varios mitos de la historia del género. A saber: Los hombres lobo (con un desarrollo de suspense muy conseguido), las plantas asesinas (en la más pura tradición de la sci-fi de los años 40), el Vudú (con toda la atmósfera exótica y de maldiciones necesaria), la mano cercenada con vida propia (con clásicos precedentes como “La Bestia de Cinco Dedos", de la que ya hablaremos por aqui) y el vampirismo (en una típica historia de competición entre chupasangres con sorpresa final). Estos cuentos, a pesar de ser terriblemente tópicos en su sinopsis y desarrollo, tienen todo el sabor de los viejos comics de horror salidos de la America más macabra. Es inevitable retrotraerse a los tebeos de la EC., la Warren y demás compañías que tantas alegrías nos han dado a los verdaderos fans del horror y las viñetas. Así no es de extrañar que la Amicus acabara adaptando algunas de estas historias de forma oficial en sus films "Tales From The Crypt" (1972) y "The Vault Of Horror" (1973).

Christopher Lee en su papel de estirado y "snob" crítico de arte. El artista interpretado por Michael Gough observa al fondo.

Pero volviendo a la película de hoy, los cuentos tienen ciertos elementos autoparódicos que le otorga frescura al conjunto, a pesar de algunos elementos convencionales y demasiado vistos para la época. Esas fallas han ocasionado que el film no haya envejecido tan bien como otros, pero la realización llena de entretenimiento y el trabajo de los actores garantizan pasar un buen rato. El hombre lobo que resucita de su cripta o la persecución de la mano cortada hacia el egocéntrico crítico de arte interpretado por Lee, son algunos de los mejores momentos de una película irónica y realizada con mucho oficio.

Una de las mejores bazas de la trama es la interacción entre los pasajeros de ese vagón maldito, pues es muy entretenido observar como la tensión se va disparando entre ellos mientras el siniestro personaje de Cushing actúa como impasible maestro de ceremonias. Una presencia más alla de la vida y la muerte que por supuesto guarda un ominoso secreto, aunque va dando pistas durante la trama, explicando por ejemplo la traducción de su apellido, Shreck, "terror" , que recordaréis era también el apellido del actor que dió vida al Conde Orlock en "Nosferatu". Quizás cinco historias sean demasiadas para una película de hora y media escasa, lo cual provoca que algunos cuentos sea vean abruptamente interrumpidos -caso de la encantadora trama con la planta maldita- y otros, de forma no muy equilibrada, se desarrollen durante demasiados minutos -el entretenido, aunque demasiado estirado, relato del vudú, con algunas escenas de números musicales que no vienen mucho a cuento-. Pero es necesario destacar como siempre lo bueno, que es mucho. Esa fotografía de colores chillones o pálidos según el momento es toda una maravilla, se nota que Francis, como profesional, mimaba especialmente esa parte de la realización. Las brumas que envuelven las escenas nocturnas del hombre lobo -que, por cierto, tiene el curioso nombre de Valdemar, a lo Paul Nashy-, las explosiones de color de los ritos relacionados con el Vudú y, por supuesto, la sangre en el episodio vampírico tienen todos ellas un colorido muy atmósferico que nos mete de lleno en las historias.

En definitiva una divertida colección de relatos, apropiada para las fechas en las que nos encontramos (¡Halloween esta a la vuelta de la esquina!).
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jueves, 23 de octubre de 2008

THE WOMAN WHO CAME BACK (1945) De Walter Colmes


Como dice el slogan del film que nos ocupa: “La acusación era…¡Brujería!”. Nos encontramos ante uno de los terrores góticos más olvidados de la edad de oro americana de los años 40. Una modesta y a la vez muy efectiva película llena de macabro encanto que aun puede hacer las delicias de los aficionados a la estética oscura del cine de terror clásico, a la vez que proponer una entretenida historia llena de suspense y giros inesperados. “The Woman Who Came Back” –no he encontrado datos sobre su estreno en España, así que si alguien tuviera alguna idea al respecto agradeceríamos la información-, suele formar parte de las listas de favoritos para visionar en Halloween junto a “El Carnaval de las Almas”, con la que tiene algún punto en común. Así pues, y estando ya la noche de difuntos a la vuelta de la esquina, vamos a rescatar este clásico del realizador Walter Colmes. Un artesano que, pesar de que nunca destacó con una larga carrera en la cinematografía, consiguió una estupenda atmósfera para este extraño cuento de hadas sobre posesiones, histeria colectiva y posible brujería.

Y digo posible porque es inevitable comparar la historia y ambiente de “The Woman Who Came Back” con los dramas sobrenaturales de Val Lewton, que por aquellas fechas ya enriquecían las carteleras de los cines de todo el mundo. A pesar de que en el film de Colmes encontramos un desarrollo menos ambiguo y más basado en lo sobrenatural, no cuesta mucho establecer relación entre las peripecias de Lorna Webster, acusada de llevar el estigma de la brujería a modo de legado y las de Irena Dubrovna, protagonista de “La Mujer Pantera” Tourneriana. Lo cierto es que la cinta que nos ocupa se queda a años luz de la coherencia, calidad y poder sugestivo del clásico producido por Lewton, pero como veremos, y a pesar de su condición de film “menor”, no deja de poseer momentos de mucho interés que la redimen de ser simplemente otra “explotation” (por así decir) del éxito del terror clásico años 40. La actriz Nancy Kelly lleva sobre sus hombros el peso de la trama interpretando a Lorna, una mujer que desciende de uno de los jueces más implacables de la época de la persecución de las brujas. Mientras regresa en un autobús a su pueblo natal, una misteriosa anciana sube al vehículo tras surgir de entre las sombras de la noche y dice conocer la estirpe de una sorprendida Lorna. Al más puro estilo de los fantasmas de carretera, la vieja afirma ser Jezabel, una de las brujas que quemó su antepasado, 300 años atrás. De repente el autobús sufre un accidente del que Lorna es la única superviviente. Tras llegar al pueblo confusa, su principal idea será reunirse con su antiguo amor y desechar la traumática experiencia como si hubiera sido un simple delirio. Pero cuando empiezan a suceder extraños sucesos a su alrededor, la muchacha comenzará a preguntarse si es posible que el fantasma de la bruja Jezabel la haya poseído. Y cuando la población comience a sospechar de ello, el pánico comenzará a extenderse…

A destacar de este, por lo demás, correctísimo film en todos sus aspectos, una fotografía en blanco y negro que a veces logra captar el toque ensoñador que la enigmática historia requiere. Tenemos una casa llena de sombras cuyos ruidos nocturnos acechan el ánimo perturbado de la protagonista, un set de claroscuros que mantienen al espectador tan hechizado como a los aldeanos protagonistas y algunos efectos traslúcidos que crean una lograda atmósfera onírica. Inquietantes escenas como aquellas en las que Lorna es perseguida por un perro que se dice embrujado por la bruja o el plano en el que vemos a los niños jugando con sus máscaras de Halloween tras una danzante hoguera nos mantienen en guardia durante una trama que no aburre en ningún momento. Los aspectos negativos de la historia tienen que ver con ciertos toques incongruentes de la trama, especialmente lo rebuscado de su final –que intenta dejar un buen sabor de boca a costa de sacrificar la coherencia narrativa-. Pero como decimos, hay muchas más ideas buenas que malas. Especialmente notables son los apuntes sobre la histeria provocada por la presencia de la muchacha en el pueblo. Demostrándose una vez más que no hay nada más peligroso que una masa de gente que actúa sin pensar. ¡Ni siquiera las brujas de más de 300 años de edad! Y por supuesto en la protagonista tenemos el juego de ambigüedad necesarios en toda historia como la que nos ocupa, con una Lorna que poco a poco no sabrá discernir lo real de lo imaginado (esas alucinaciones que se le aparecen, esa siniestra muñeca, esas caras en los espejos), o si realmente esta siendo usada por la bruja para sus maléficos fines o simplemente esta volviéndose loca. Así pues tenemos una estupenda comparación entre el conato de histeria de Lorna –al más puro estilo “Otra Vuelta de Tuerca”- y la muy real histeria colectiva que su retorno provoca en la, en teoría, pacífica aldea y sus habitantes.

Como curiosidad para nosotros, gourmets del horror clásico, la terrorífica anciana que se sube al autobús y afirma ser la bruja centenaria no es otra que Elspeth Dudgeon, que interpretaba a una venerable gitana en “La Novia de Frankenstein”. Y en el papel del Reverendo, tenemos al carismático Otto Kruger, que ejerció como psiquiatra en “La Hija de Drácula”. En cuanto a la protagonista, Nancy Nelly, abandonó el cine tras “The Woman Who Came Back” y se dedicó al teatro, ganando un prestigioso premio Tony por su papel en “The Bad Seed”. Nancy volvió a la pantalla grande para la versión cinematográfica de dicha obra (en 1956), siendo esta su verdadera última gran interpretación en cine –que consiguió incluso una nominación al oscar-.

domingo, 19 de octubre de 2008

CARROLL BORLAND Un Pálido Enigma


Como podéis comprobar cada vez que cruzáis las puertas de esta, vuestra casa encantada, una evocadora imagen de “La Marca del Vampiro”(1935) de Tod Browning aparece como bienvenida. Y es que esa escena en la que Carroll Borland se transforma en un murciélago gigante ante la atenta mirada de Bela Lugosi es todo un fetiche para los aficionados al escalofrío más clásico. Una presencia, la de la señorita Borland, de imagen casi tan emblemática como la del actor húngaro que acabó convirtiéndose en uno de los referentes del vampirismo femenino en cine, y ello a pesar de que su papel se reduce a diez minutos de metraje y a una sola frase de diálogo.

De “La Marca del Vampiro” ya hablaremos más extensamente en un futuro reportaje dedicado a “London After Midnight” -la buscadísima película de Lon Chaney de la cual es un remake el film en el que aparece Borland-, así que ahora comentaremos algunos breves datos sobre la señorita Borland y veremos sus más famosas fotos. Al fin y al cabo casi podría decirse que su personaje, de nombre Luna Mora (que cómico suena a oídos hispanos) es un fetiche de nuestro blog. Asi pues, de los escasísimos datos fiables que conocemos sobre la trayectoria de la hipnótica Carroll Borland –nacida en California en 1914-, sabemos que tenia intenciones de ser profesora y que mientras estudiaba arte dramático se embarcó en el rodaje del film de Browning. Contaba 19 años por entonces y como decimos, su breve intervención fue ampliamente celebrada en la época. Se dice que el dibujante Charles Addams basó el look de su famoso personaje, Morticia Addams, en el de Borland. Tras un retiro de la escena que la llevó a rodar tan solo unas dos o tres películas más en varias décadas, Borland murió en 1994. Y para seguir con los fetiches, un mes después de su fallecimiento se publicó “Condesa Drácula”, una novelita escrita por la propia Carroll Borland en su época de mayor fama, archivada en su escritorio todos estos años, y que podéis encontrar sin problemas en Amazon. Los comentarios en la página hablan bien de su prosa y destacan el toque pulp de la historia. El libro incluye una biografía de la actriz que sin duda será también una lectura interesante.

El resto de datos entran dentro de lo posible, pero podrían ser también las exageraciones que suelen atribuirse a los mitos del cine, aunque algunos fueron propagados por la propia actriz. Se cuenta que fue niña prodigio, que comenzó la universidad a los 14, y que mantuvo una intensa relación paterno-filial con el mismísimo Bela Lugosi, el cual la habría animado en su carrera de escritora. Se supone que se habrían conocido en el teatro, porque Borland apareció como extra en una de las representaciones de “Drácula” que Lugosi interpretó en escena. La misteriosa actriz declara en el libro “The Films Of Bela Lugosi” que asistió al funeral del astro húngaro y de hecho lo describe con todo lujo de detalles, aunque en realidad parece ser que ni siquiera estuvo alli.

Y en fin, aquí os dejo algunas emblemáticas imágenes de la actriz en su papel de Luna Mora.









Por cierto, "La Marca del Vampiro" esta disponible desde hace unos meses en una buena edición en DVD cortesía de la Fnac. También podeis encontrarla completa en You Tube... pero no es lo mismo, obviamente.

lunes, 13 de octubre de 2008

LA FRUSTA E IL CORPO [The Whip And The Body] (1963) De Mario Bava


Tras la experiencia “peplum” de “Hercules en el Centro de la Tierra”, Mario Bava volvió a incursionar en el terror gótico al estilo “La Máscara del Demonio” con una cinta que, a pesar de ello, rompe con el tono clasicista de aquel gran film, presentándonos algo que podríamos definir como una historia macabra de amor bizarro, o quizás como un melodrama de suspense con un toque enfermo que no hace sino revalidarse a cada nuevo visionado. Una maravilla más del maestro italiano que fascina, estremece y sorprende a partes iguales.

Resulta curiosísimo que la imprescindible Barbara Steele no fuera la protagonista del film. Se han contado toda clase de rumores para justificar su ausencia en “La Frusta e Il Corpo”, desde que la estrella del gótico se encontraba ocupada con otros compromisos actorales (“Fellini 8 ½” o “L´o Spettro” son los más citados) hasta que Bava o ella misma declinó la posibilidad de trabajar de nuevo juntos, debido a un mal entendimiento en el rodaje de “La Máscara del Demonio”. Fuera cual fuera la causa es una verdadera lástima que la Steele se quedara fuera de la siguiente obra maestra de Mario Bava, pero fue una eventualidad que el director supo sortear con la contratación de Daliah Lavi, una belleza inquietante similar a la de la Steele y con unas buenas dotes interpretativas que la permiten sostener en sus hombros el peso de toda la película, a pesar de su juventud (23 años contaba en la época del rodaje del film).

Como apoyo de la actriz tenemos la lujosa presencia de Christopher Lee, que por estas fechas se encontraba en pleno periplo europeo y encadenando varios rodajes en Italia. Uno de ellos fue la propia “Hercules en el Centro de la Tierra” donde trabajó por primera vez con Mario Bava, con el que tuvo una estupenda relación a nivel profesional. Este buen entendimiento más allá de nacionalidades, hizo que el director insistiera a la productora para contar con el mítico actor inglés para su nuevo y extraño film. Lee, nada reacio a trabajar en proyectos foráneos y aun lejos de que esta apertura de mente le llevara a estrellarse en varios bodrios de gente como Jesús Franco, aceptó encantado el papel de Kurtz, que no deja de ser una repetición de sus clásicos villanos “hammerianos”, pero que contiene a la vez numerosos puntos de ruptura con el estilo de sus interpretaciones anteriores.

El resto del "cast" se repartió entre una mezcla de americanos e italianos, provocando el previsible batiburrillo de lenguas habitual en todos los films de Bava.

Una pena que estos grandes clásicos solo puedan encontrarse en versiones dobladas–la mayoría de las veces de forma mediocre-. En el caso de “La Frusta E Il Corpo”, todos los actores declamaron sus diálogos en ingles y en la versión italiana se doblan a si mismos, excepto en el caso de Christopher Lee. En el infame doblaje en ingles ninguno de los actores hizo acto de presencia para poner su voz y especialmente sangrante es el caso de Christopher, doblado por un americano que intenta imitar la voz original del astro inglés sin ninguna gracia. Lee ha comentado más de una vez que aun estaría dispuesto a doblarse para arreglar el estropicio, ya que esta es una de sus películas favoritas como actor. Y aun tuvieron que agradecer que los actores hablaran todos en inglés –aunque alguno tuviera que aprenderse sus diálogos sin entender lo que estaba declamando-, y que el posterior doblaje fuera más o menos correcto, porque peor experiencia sufrió el señor Lee durante el rodaje de “Sherlock Holmes y el Collar de la Muerte” de Terence Fisher. En este film había una mezcla de actores franceses, italianos e ingleses, y en alguna escena todos hablaban a la vez y en su propia idioma, resultando una torre de babel de mucho cuidado. Además de que el doblaje en ingles mutiló varios diálogos de la cinta.

Volviendo a “The Whip And The Body”, la trama nos presenta el clásico melodrama gótico tan del estilo Corman que estaba triunfando en aquella época, así que en un contexto tan “explotation” (en el buen sentido) como el de la serie B italiana, no es de difícil de creer la anécdota que se suele contar sobre que el guionista de “La Frusta e Il Corpo”, Ernesto Gastaldi recibió una copia en italiano de “El Péndulo de la Muerte”, para que pudiera captar el tono que los responsables querían darle a la película. Y es cierto que si la anterior incursión de Bava en el terror tenía ecos de la Universal e incluso de la Hammer, su nuevo film absorbió alguno de los mejores elementos de los clásicos de la AIP. Por supuesto sin dejar de lado las anteriores influencias, amén de su único y particular estilo plástico a la hora de encarar las historias, cromáticamente perfecto en este título. Por cierto, y hablando de títulos, es realmente curioso que el film en América se estrenara con el ridículo nombre de “What!”, que nos hace pensar que quizás los distribuidores no sabían definir el producto que tenían entre manos.

Lo que encandila de este film en particular, es como se conjugan esas influencias clasicistas con una trama tan osada para la época. Dentro de la típica historia de asesinatos y misterios góticos de pasadizos secretos, encontramos un enfermizo estudio del sadomasoquismo prácticamente inédito en el cine de la época. Pues el personaje de Daliah es una reprimida dama victoriana que no quiere reconocer que lo único que la estremece, llevándola al amor más completo, es el látigo del inmisericorde Kurtz. No olvidemos lo aventurado en sus temáticas de todos estos clásicos del horror a la italiana –sin ir más lejos, la mencionada “El Extraño Caso del Dr. Hickcock” lidiaba con la necrofilia-, que provocó que estos bizarros argumentos fueran objeto de gran polémica para un público nada acostumbrado a ellos. De hecho el film que nos ocupa jamás se estrenó en España. Y como suele suceder en estos casos, es una verdadera lástima que una película tan rompedora, bella y bien trazada como “La Frusta E Il Corpo” permanezca inédita en nuestro país. Al menos tenemos la suerte de contar con la admiración que despierta el cine de Bava en los Estados Unidos, lo cual ha propiciado una estupenda edición del film en DVD que contiene una versión restaurada –en la que colaboró el mítico Joe Dante, otro fan del director italiano-, no perfecta, pero lo más parecido a la perfección que podemos encontrar, acompañada de un jugoso comentario de Tim Lucas, biógrafo y estudioso de la carrera de Mario Bava. También hay que destacar que esta edición cuenta con subtítulos en castellano, que a pesar de ser bastante deficientes son una buena guía para quien no domine el ingles o el italiano. Pero volviendo al toque erótico, como decimos hay dos escenas muy aventuradas para la época como son la primera sesión de azotes de Lee a Lavi en la playa -una escena realmente inolvidable- y la segunda en la cama de ella, salpicada por los estremecimientos y gemidos de una Nevenka que, obviamente, no esta sufriendo demasiado por el castigo. Más bien todo lo contrario.

En definitiva, la historia recorre los habituales caminos decadentes del cine gótico de Bava, acentuando aun más esa sensación de podredumbre colorista que tan bien supo imprimir el cineasta a sus cuentos terroríficos. El número de simbolismos y sutiles metáforas (relacionadas con el color y los objetos que vemos en los encuadres) es tan numeroso que podría dar para varios reportajes, pero hay que hacer mención a ese primer plano del cuchillo y la rosa metidos en la urna: recordatorio de una de las primeras muertes violentas de esa casa maldita, y una perfecta representación de la temática amor-odio, belleza-muerte, del film. El personaje de Lavi es una reprimida dama victoriana que sufre el acoso de un hombre bestial y que en realidad no la ama –al contrario que el Heathclift de “Cumbres Borrascosas”, un rol al que Lee emula-, y tras la desaparición del mismo, su fantasma parece embrujar la casa. En estas apariciones se juega con la posibilidad de que nos encontremos ante los delirios de la muchacha o ante un verdadero fenómeno sobrenatural, ambigüedad habitual en los mejores relatos del género. Las escenas de suspense se suceden sin tregua para el espectador, como ese paseo de Nevenka por la misteriosa casa siguiendo el ruido de la fusta, con una atmósfera hábilmente recreada gracias a oscuras esquinas, susurros y sombras; y que culmina con ese memorable plano en el que la chica descubre la fuente del ruido de latigazos que esta oyendo, que no es otra cosa que una rama que golpea los cristales de la ventana con gran furia. Y otra escena para el recuerdo es aquella en la que la muchacha recibe la visita del posible espectro de Kurtz y solo vemos su amenazante mano surgiendo de las tinieblas como si fuera una araña presta a estrangular a Nevenka. Momentos todos ellos rodados con gran mimo y plasticidad, que culminan en la escena del incendio final, en el que todos los colores que impregnan la fotografía adquieren su valor simbólico y se funden en un climax operístico con sabor a Poe y melancolía absoluta.

martes, 7 de octubre de 2008

EL VAMPIRO DE LA NOCHE (The Night Stalker) De John Llewelyn Moxey (1972)


Hoy comentamos el nacimiento de uno de los personajes más carismáticos y, por desgracia, desconocidos del terror clásico. El periodista de lo sobrenatural Carl Kolchak, interpretado por Darren MacGavin y que primero en dos telefims y posteriormente en una serie de una temporada, se hizo un hueco en el corazón de muchos espectadores de la televisión en los años 70. Entre ellos el mismísimo Chris Carter, creador de "Expediente X" y que recibió mucha inspiración de este programa. En una futura entrada nos ocuparemos de la segunda parte, pero hoy hablaremos del primer telefilm de la saga y, por tanto, primera aparición de Kolchak.

A raíz de un libro aún no publicado llamado “The Kolchak Tapes” vio la luz el personaje al que dedicamos hoy espacio en este, vuestro blog macabro. El productor Dan Curtis (creador de “Dark Shadows”, otra serie mítica) olió el potencial para el éxito de la historia y se decidió a realizar la versión fílmica para una cadena televisiva. La idea era adaptar ese libro y olvidar el tema, pero fue tal el éxito que propició una secuela y la serie de la que hablamos más arriba. Y eso que a pesar de ser la semilla de todo lo que vino después esta no es la mejor entrega de la saga, pues la deuda con el libro (que era una historia tópica de vampiros) era grande, pero es fundamental como presentación del personaje y por unos geniales diálogos del gran Richard Matheson.

Matheson es, sin discusión, el mejor escritor de terror del siglo XX (junto a Lovecraft y justo delante de Stephen King) y a pesar de tratarse de un simple encargo de adaptación su impronta para contar historias se nota en cada escena. El argumento como dijimos no es nada del otro mundo así que lo resumiremos en unas pocas frases: Un vampiro aparece en Las Vegas en la actualidad (en la que se rodó la serie, claro) cebándose en chicas jóvenes y guapas que trabajan de noche en la ciudad. Solo el periodista Carl Kolchak se dará cuenta de que el criminal no es un asesino corriente y tratará de destruirlo con todas sus fuerzas. Kolchak es un metomentodo dispuesto a cualquier ardid con tal de conseguir esa gran noticia que le otorgará el Pulitzer. Vestido siempre con un andrajoso traje anticuado y un sempiterno sombrero de paja, es un antihéroe simpático y con una gran inteligencia que nunca acepta la primera versión que le dan de los misteriosos casos en los que se ve envuelto. Hay que honrar la magnífica interpretación del fallecido Darren McGavin, que logró insuflar vida y carisma a un personaje que en manos de cualquier otro se hubiera convertido en un cliché exagerado.

Barren Atwater se encargó de dar vida al vampiro (en un papel por lo visto ofrecido primero a Robert Quarry, el famoso “Conde Yorga”) y su imponente presencia resultó estupenda para dar vida a este cazador de la noche de fuerza sobrehumana que chupa sangre directamente de las chicas que ataca o bien roba las existencias de bancos de sangre. El secundario de fuste Simon Oakland (visto en “Psicosis”, por ejemplo) interpretó a Tony Vincenzo, el jefe de Kolchak, siempre con esa dinámica de amor-odio con su díscolo empleado. En esta primera historia la relación entre ambos se verá solo esbozada, dándosele primacía a la ágil trama de misterio que envuelve al vampiro y su vertiginosa persecución por parte de la policía de Las Vegas y un Kolchak que siempre se las arregla para llegar antes o justo a la vez que los despistados agentes de la ley.

Lo mejor de este telefilm es sin duda como establece las bases que se mantendrán inalterables durante el desarrollo de la serie. Comienza y acaba siempre con la narración en off de nuestro protagonista relatando los crímenes y narrando la historia. El enemigo, en este caso el vampiro, es siempre un ser de pesadilla que no encaja en el mundo moderno y sobre el que Kolchak tiene que informarse si pretende destruirlo. Otro elemento fundamental y el que más influenció a Chris Carter es el de las conspiraciones. Kolchak siempre será censurado o sufrirá el acoso de las autoridades que intentarán por todos los medios ocultar la verdad sobre el hecho sobrenatural en cuestión, a pesar del empeño del periodista por dar a conocer todos los datos. Y al final será el propio Kolchak quien salve el mundo ante la inutilidad de esos mismos estamentos que siempre intentan detenerle, y en el caso de este film con un matiz interesante: ¿Puede la ley procesar a Kolchak si este termina aniquilando al vampiro? Dado que oficialmente los vampiros no existen, el acto del periodista podría ser considerado un asesinato. Y por supuesto, otro importante elemento es la deliciosa relación con su jefe que ya mencionamos y que tendrá gran importancia posteriormente.

Por lo demás, la realización de Moxey es entretenida pero plana de estilo (el director no era más que un realizador de telefilms) y algunos elementos pasados de moda pesan sobre la, por lo demás, simpática historia. Pero lo mejor estaba por llegar. En una próxima actualización hablaremos de la segunda parte, en la que Matheson creó una historia propia desde la nada (y evidentemente muy superior a la novelita que dio origen a esta) y la realización corrió a cargo del propio Dan Curtis, otorgándole definitivamente a Kolchak la categoría de personaje mítico e inolvidable del fantástico clásico.