sábado, 31 de mayo de 2008

EL OTRO (1972) De Robert Mulligan


Volvemos al horror psicológico más puro con una película redonda que, con toda su calidad, no ha acabado de salir del círculo de películas de culto o de muy fans del terror fílmico. A pesar de eso tengo que incluirla en este repaso porque la considero básica, aunque pocos la hayan disfrutado (no tenemos edición española en DVD, y podrían contarse con los dedos de una mano sus emisiones en televisión). Y es una verdadera pena, porque “El Otro” es uno de los films más sugerentes y malsanos de la historia del género, a pesar de que, como en las mejores películas, el terror es más sugerido que mostrado y depende totalmente de la atmósfera.

Robert Mulligan, autor de obras maestras como son “Matar a un Ruiseñor” y “Verano del 42” supo contarnos la inquietante historia de dos gemelos -interpretados por Chris y Martin Udvarnoky -en un ámbito rural sin artificios ni sobresaltos inútiles. Pero el verdadero mérito del planeamiento del film reside en su ambiente soleado y cálido. No hay oscuridad, ni sótanos oscuros ni catacumbas siniestras sino campos abiertos, graneros por los que se cuelan los rayos de sol, etc… Un ambiente que, a pesar de todo, no es amigable. El clima pegajoso (gracias a esa fotografía colorista pero asfixiante) consigue dominarnos mientras la trama va poco a poco desvelando todos sus secretos ocultos. La sensación es de constante amenaza y de que algo no va bien en este “paraíso”. Se suele decir que esta película es la perfecta representación fílmica de lo que se ha dado en llamar "Gótico Americano", esos relatos que entroncan la sordidez de Faulkner con el terror más puro al abrigo de los siniestros campos y carreteras de la geografía rural de los Estados Unidos. Un entorno ideal para que afloren todo tipo de anormalidades.

Todas las interpretaciones (incluida la de los gemelos Nilles y Holland) son excelentes. La trama, en la que parece que no pasa nada al principio y se va construyendo un tempo inquietante hasta la explosión final, está magníficamente bien llevada. Los misterios y los giros son constantes. Los dos gemelos son muy diferentes, bondadoso uno y cruel el otro. ¿Cabe la posibilidad de que uno de ellos tenga poderes psíquicos? ¿Fingen? ¿Cuál es realmente el bueno y cual el malo? Los elementos religiosos consiguen poner los pelos de punta en algunos momentos y es que, en mi opinión, una aparición divina puede provocar más el pánico que cualquier fantasma. Eso junto a las morbosas imágenes de fetos embotellados en el circo, esa oscuridad de la granja de la que siempre emerge Holland, ese giro a la mitad de la película...

No se puede contar mucho más de este film porque estropearía sus sorpresas, así que, si no la habéis visto, no puedo más que desearos suerte en su búsqueda (en este caso los medios ilegales están justificados XD) y que disfrutéis de esta joya casi desconocida pero fundamental.

miércoles, 28 de mayo de 2008

LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES (1968) De George A. Romero


"They´re coming to get you, Barbara!"

Continuamos el repaso de lo más famoso e imprescindible de nuestro género favorito (pronto llegaremos a finales de los 70, que es donde pararemos la máquina) con una película de serie B rompedora e influyente que a pesar de tener cierto regusto clásico, marcó el devenir del horror fílmico durante décadas, e inmortalizó el sub-género zombie como una de las más populares vertientes del terror.

Con grandes preocupaciones y consejos de la productora para que recortara la violencia de la cinta, el cineasta George A. Romero estrenó su opera prima y, para mi, obra magna en 1968, provocando una enorme polémica debido a la crudeza de sus imágenes. Gordon Lewis Inauguró el género gore unos años antes, pero “Night of the Living Dead” y su éxito inesperado en drive-ins primero y en salas después, intauró en el inconsciente colectivo el cine de horror descarnado y sin sutilezas. De aquí vendrían los festivales de tripas y vísceras sin sentido de buena parte del cine de los 80 y 90, que sin embargo Romero usó con un propósito. Como él mismo ha comentado, a nadie le gustaba como iba el mundo en aquella época, así que realizó una especie de film extremo y descarnado que fuera una feroz crítica social y “anti-todo” sin ningún tipo de esperanza ni concesión en su mensaje.

Jhonny y Barbara, una pareja de hermanos, son atacados por un muerto viviente mientras visitan la tumba de su padre. Barbara logrará huir y refugiarse junto a un varipinto grupo en una vieja casa, entre ellos un hombre de color llamado Ben que parece el más cuerdo de todos ellos. Poco a poco se verán sitiados por más y más cadáveres andantes que pretenden entrar en su refugio y devorarlos a todos, mientras los van diezmando.

La fotografía en blanco y negro de la película (realizada con un 35m barato) le da una genial apariencia de suciedad y un enorme tono mortuorio que, evidentemente le viene que ni pintado. Encontramos secuencias de gran angustia como las clásicas escenas de los brazos de los zombies intentando abrirse paso por puertas y ventanas, así como la resurrección de la niña como un zombie en el lóbrego sótano de la casa. Un momento que sigue provocando verdadera inquietud (e incluso pánico) hoy en día, pese a todo lo que ha llovido en el cine de terror desde entonces. Todas estas escenas refuerzan el negativo mensaje del film, sobre que todo está en esta sociedad tan podrido como los muertos, meros títeres sin mente que no tienen nada que hacer frente a la crueldad innata de los seres humanos “sanos”. El mejor ejemplo es el demoledor final, que fué el que más interes tuvieron los productores en alterar. Por suerte, Romero no les hizo caso y mantuvo intacto el pesimista mensaje de la historia.

Hay muchas curiosidades sobre esta notable película. La “sangre” que vemos durante todo el film no era más que sirope de chocolate y los extras recibieron una camiseta que rezaba “Yo fui un zombie en La Noche de los Muertos Vivientes”. También se rumoreó que al poner a un hombre de color como protagonista del film (algo también muy rompedor en el terror de la época), se estaba realizando una especie de manifiesto pro-afroamericano, cuando en realidad Romero puso a Duane Jones en papel porque era el mejor actor de todos los que se presentaron al casting.

Todo ello parte de las múltiples anécdotas de este film inmortal.

domingo, 25 de mayo de 2008

"DRACULA" 50 Aniversario V: EN SUS PALABRAS


Para terminar la semana dedicada al Drácula "Hammeriano", una selección de comentarios a cargo de los responsables de entregarnos esta maravilla. Algunos extraidos de páginas oficiales de sus intérpretes, otros de libros sobre la Hammer y, concretamente algunos de Terence Fisher, de una valiosa entrevista online realizada por Count Estrucht y que podeis encontrar completa en el enlace incluido. Todos estos extractos ofrecen algunas interesantes anécdotas sobre el rodaje del film y algunas valoraciones retrospectivas sobre su importancia:

TERENCE FISHER

"Drácula es una criatura tremendamente sensual. De ahi que, en la primera escena que le vemos bajando por la escalera, yo quería que pareciera un hombre tremendamente atractivo, no un muñeco grotesco."

"Christopher Lee es un soberbio Drácula. No creo que ningún actor haya trabajado este papel como él. Su porte y sus movimientos están muy cuidados. Lee tiene gran habilidad en dar emoción a sus escenas. Bela Lugosi no tenía sex-appeal, carecía del atractivo sexual de Lee. Éste tenía en primer lugar un fuerte elemento de sexo, como con las dos jóvenes de la casa, Lucy y Mina. Es lógico poner sexo en estas situaciones. La actuación de ambos era muy distinta. Bela Lugosi era todo melodrama, Christopher Lee era pura realidad. El Diablo siempre tiene su atractivo".

"Peter Cushing era un soberbio Van Helsing, un actor muy agradable."


ENTREVISTA TERENCE FISHER 1976

PETER CUSHING
(De sus memorias, citado en la revista "Imágenes De Actualidad")
y también del libro "The Complete Peter Cushing" de David Miller)

"En el libro Van Helsing era un pequeño y anciano caballero que hablaba literalmente mezclando inglés y holandés. Cuando me ofrecieron el papel le dije a Tony Hinds: "¿no deberíamos conseguir a alguién que hablara medio-holandés?" y el me dijo, "No, creo que lo correcto es presentarlo como si fueras tú", así que se convirtió en uno de mis papeles. Y siempre fué un personaje fascinante para interpretar"

"El quión decía que Van Helsing debía ir cargado de crucifijos, porque el personaje era un viajante de negocios que iba de aqui para alla con esas reliquias, lo cual me pareció risible. En el final del film empuja al Conde bajo la luz del sol mientras estan luchando y eso provoca su desintegración. Le dije a Terry si podrían proporcionarme un par de candelabros que estarían sobre la larga mesa del salón, que podría juntar para hacer con ellos una cruz. Le pareció una idea excelente."

"Lei un libro que decía que, al final de "Drácula", hay un tono de tristeza en el rostro de Van Helsing. Él acaba de alcanzar el propósito de su existencia asi que, ¿Qué se supone que va a hacer ahora? Puedo asegurar que yo no tenía eso en mente cuando rodamos la película. Permanecí de pie, me pasé la mano por el cabello y miré hacia abajo por puro cansancio. Pero ese crítico tenía mucha razón. Algo en mi expresó eso a la audiencia, y la audiencia hizo el resto".

JANINE FAYE (Extraido de su página web)

“Tuve muchas escenas con Peter Cushing y se mostró siempre muy atento conmigo. En la escena del cementerio encontró tiempo para sentarse conmigo y explicarme la razón de todo aquel humo que estaban lanzando en torno a mi, para simular que era una noche fría. Él volvía en cada descanso para asegurarse de que yo estaba bien y que no me asustara. Me dijo que de ningún modo debía subir las escaleras hacia el set de al lado, ¡Y ahora entiendo porqué! Allí tenían el ataud”.

“Drácula fue el primer film de terror que hice y para mi era emocionante ser parte del proceso de filmación. Recuerdo a Terence Fisher como un hombre tranquilo y amable… Seguramente mis padres me hubieran llevado al cine a ver “Drácula” si hubiera tenido una calificación apropiada, pero la certificaron X. Y en realidad no soy fan de las películas de horror”


CHRISTOPHER LEE
(Fragmento de una carta publicada en la revista Midi-Minuit Fantastique)

"Por supuesto, existía una gran diferencia entre el guión y la novela, pero siempre he intentado mostrar la soledad del mal, y particularmente que, por muy terribles que fuesen los actos del Conde Drácula, él estaba poseído por una fuerza oculta que escapaba a su control. Era el mismo Demonio quien, posyéndole desde tiempos inmemoriales, le obligaba a cometer crimenes horribles. Mientras tanto, su alma, que subsistía bajo su envoltura carnal, era inmortal y no podía ser destruida de ninguna forma. Digo todo esto para explicar la gran tristeza que intenté infundir al personaje.

La interpretación comportaba igualmente un problema de orden sexual: la sangre, símbolo de la virilidad, y el atractivo sexual que, de por si, la virilidad conlleva, han estado siempre unidas estrechamente al tema universal del vampirismo. He intentado sugerir eso sin destruir el personaje, cargándolo de maldad. A pesar de todo, no he olvidado jamás que que el Conde Drácula era un gentleman, un aristócrata y, en su vida anterior, un gran soldado y conductor de hombres".


Y hasta aqui la celebración de la efeméride. Proximamente continuaremos el repaso general a los títulos más conocidos del cine de terror clásico, que recordareis que interrumpimos en "La Semilla del Diablo", hasta llegar a finales de los 70.

jueves, 22 de mayo de 2008

"DRACULA" 50 ANIVERSARIO IV: LOS ACTORES


Un pequeño comentario sobre las estrellas e ilustres secundarios que dieron vida al clasicazo que nos ocupa.

CHRISTOPHER LEE Y PETER CUSHING

Sin ellos, la genial revolución del cine fantástico que comandó la Hammer no hubiera sido lo mismo. Y como en este humilde blog correrán ríos de tinta (sangrienta) sobre ellos, nos limitaremos ahora a hacer una breve semblanza conjunta.

Ambos encarnaron a terribles monstruos (Lee a la criatura de Frankenstein, al solemne Drácula que nos ocupa y a la Momia; Cushing al propio doctor Frankenstein o al fanático de “Drácula y las Mellizas”) y a personajes a favor del bien (Peter a Van Helsing, a Sherlock Holmes; Christopher al sabio de "La Gorgona" o a Henry de Baskerville). Entre los dos se alternaron los roles protagonistas y secundarios de la mítica productora, dando fuerza, visceralidad y a la vez elegancia a los mitos del terror que la Universal había acabado degenerando.

El estilo de Cushing era único. Su fuerza de convicción hacía que te creyeras a cualquier personaje que encarnara, positivo o negativo. Su ambigüedad le permitió atemorizarnos con su detestable Dr. Frankenstein, siempre dispuesto a asesinar para conseguir sus fines (y que incluso en una de las secuelas viola a una muchacha sin mayores miramientos), y a la vez emocionarte con su eterna lucha contra el mal, siempre pendiente de los más débiles y armado contra cualquier amenaza ya fuera de este mundo o del otro.

¿Y qué decir de Christopher Lee? Pocos actores hay que pueden imponer tanto con su sola presencia y su mirada, sutil o desgarrada según el momento (o el personaje). Su Drácula es sin duda el más parecido en esencia al de la novela original de Stoker, consiguiendo ser una alimaña a la vez brutal y sexy. Un depredador frío y sin sentimientos y de mirada seductora, siempre dispuesto a lo que sea para instaurar su plaga entre los hombres. En sus papeles más positivos siempre hizo gala de un gran sentido del humor lleno de clase, lo cual comparte con Cushing y que no podía ser de otra forma tratándose de dos británicos. A este respecto, hay una buenísima escena de “Pánico en el Transiberiano”, película que rodaron ambos en España y que transcurre en un tren cuyos pasajeros van siendo poco a poco poseídos por entidades diabólicas. ¿Serán ellos los siguientes? Peter y Christopher sonríen y se tranquilizan: “¿Monstruos nosotros? Imposible. ¡Somos ingleses!”

De la actualidad sobre Christopher hay poco que comentar, todos sabéis que este gran actor vive una especie de segunda juventud gracias a su participación en “El Señor de los Anillos”, la nueva saga de “Star Wars” o las más recientes películas de Tim Burton. En cuanto al irrepetible Peter, por desgrácia también hay poco que comentar. Nos dejó en 1994, tras una carrera que le convirtieron en uno de los mejores actores de la historia del cine fantástico (por no decir el mejor), cuyo legado no morirá jamás.

MICHAEL GOUGH

Una de las presencias recurrentes en el cine de terror británico tanto en la Hammer como en la Amicus, aquí interpreta al escéptico Arthur Holmwood, que acabará apoyando a Van Helsing en su cruzada contra el vampiro. Fisher también contó con Gough en “El Fantasma de la Ópera” y es inolvidable su papel de pintor mutilado en “Dr. Terror”, donde volvió a coincidir con Christopher Lee y Peter Cushing. Ha intervenido en unas 100 películas y series de televisión, entre ellas la mítica “Dr. Who”, y ha alcanzado una mayor fama en los últimos años gracias a que Tim Burton –un fan del cine de terror inglés-, lo reclutó para interpretar a Alfred, el inseparable mayordomo de Batman, en los cuatro primeros films de la saga.

MELISSA STRIBLING

La correcta y seria esposa de Holmwood, que posteriormente se trasformará en una descocada diva alérgica a los crucifijos ya tenía una carrera en cine y televisión antes de acceder al papel. Como dato bizarro (de esos que tanto nos gustan), mencionar que intervino como extra en la clásica película “Ghost Ship”, recientemente masacrada en un remake moderno, en la que compartía cartel con la mismísima Hazel Court. Después de Drácula intervendría en capítulos de series como “Los Vengadores” o “Benny Hill”.

JOHN VAN EYSSEN

Jonathan Harker , que aqui es un cazavampiros de incógnito –y sorprendentemente eliminado a las primeras de cambio-, fue interpretado por un habitual de la Royal Shakespeare Company. Van Eyssen hizo mucho teatro y alcanzó fama con sus papeles en el “Drácula” de Fisher y también como Casio en el “Otelo” de Orson Welles. En el 61, tras muchos años trabajando en radio, cine y televisión se retira para convertirse en agente literario, y posteriormente volvería al cine, esta vez como productor. A sus esfuerzos se deben algunos films de éxito como el "Romeo y Julieta" de Zeffirelli o el musical "Oliver!".

CAROL MARSH

Actriz con experiencia en Shakespeare, su currículum cinematográfico y televisivo se reduce a unos pocos títulos entre los que destacan por supuesto su papel de la enfermiza –y luego peligrosa- Lucy en “Drácula” , “Brighton Rock” y versiones de clásicos como “Cuento de Navidad” o “Alicia en el Pais de las Maravillas” (donde interpretó a Alicia, de hecho). Tras su papel en el film de Fisher hizo poco más antes de sumergirse en el retiro.

VALERIE GAUNT

Y al retiro se fué también la estupenda vampira prisionera de Drácula en los primeros minutos del film. Su otro papel en la Hammer, también muy secundario, fue el de la sacrificable doncella Justine en "La Maldición de Frankenstein" y poco más se sabe de su carrera. Parece ser que tuvo una etapa como actriz teatral de la que no han trascendido demasiados datos y actualmente vive con la familia que formó tras abandonar la interpretación.

JANINE FAYE

La encantadora sobrina de Lucy y primer objetivo de la nueva vampira, era una niña actriz que nunca dejó de participar en el cine y el teatro después de su papel en “Drácula”. Y no hay que olvidar que intervino en otras dos producciones de la Hammer: De nuevo junto a Fisher en la estupenda “Las Dos Caras del Dr. Jeckyll” y en la intriga de “Never Take Sweets From a Stranger”. Sin olvidar, como curiosidad, que intervino años después en una versión teatral de “Drácula” interpretando a Lucy.

"DRACULA" 50 Aniversario III: GALERÍA DE CARTELES

Bueno, y llegamos al día mágico en el que se cumplen los 50 años de aquel mítico estreno, así que nada mejor que una selección de los carteles y afiches que se usaron para promocionar el evento. Originales y también de otros paises.













martes, 20 de mayo de 2008

"DRACULA" 50 Aniversario II: STOKER VS. FISHER


Dos concepciones distintas y a la vez muy similares del mismo material. El "Drácula" de Terence Fisher propone una radicalización del esquema Browning (aun conservando ciertos elementos míticos, como el acecho seductor el vampiro tras los cristales de la ventana), y supone una vuelta a la concepción animal del personaje que encontramos en la novela. Pero una breve sistematización de parecidos y diferencias será más útil:

-En la novela Harker es un abogado que viaja al castillo para poner en orden los asuntos del Conde de cara a su próximo viaje a Londres, mientras que en el film es un cazavampiros, camarada de Van Helsing, que se cuela en la boca del lobo haciéndose pasar por bibliotecario. Alli se encontrará no con tres, sino con una vampira, que parece mucho más temerosa de Drácula que sus tres hermanas del libro. Harker perecerá en el castillo tras eliminar a la no-muerta. Y este suceso ocasionará dos bases de la trama inéditas en el libro: Primero la motivación de Drácula, que buscará a la familia de Harker para cobrarse a su vez una víctima femenina que sustituya a la que este mató. Y luego Van Helsing verá redoblado su afán de destrucción vampírica gracias al sentimiento de venganza. Ambos personajes, por tanto, se mueven por un deseo de satisfacción personal, inéditos en la novela. Según Stoker, el vampiro viaja a Londres -en el film no hay tal viaje- simplemente para propagar su enfermedad. Este vampiro, al ser más visceral, tiene pulsiones más humanas.

Para acabar con Harker, mencionar como en gran parte de sus apariciones se dedica a escribir cartas cuyo contenido se nos revela mediante la voz en off. Un recurso criticado por algunos cronistas que lo tachan de aburrido, pero que en mi opinión es un excelente guiño a la naturaleza epistolar del relato primigenio.

-Christopher Lee, en cambio, es un Drácula perfecto desde el primer plano. Un gentleman de ultratumba y presencia imponente que puede inspirar simpatía sin dejar de poner los pelos de punta, igual que el del libro. Si fuera más anciano y luciera un tupido mostacho sería sin duda físicamente perfecto para el papel. Sin olvidar que este es probablemente el único film que hace justicia al hecho de que el Conde es más una presencia sobrenatural que una criatura tangible. Al igual que en la novela, su protagonismo en los primeros momentos de la historia va dejando lugar después a un siniestro segundo plano. No importa que Lee no aparezca en pantalla, porque su demoledora presencia inunda incluso los planos en los que no se le ve. Y esa es uno de los mejores hallazgos de la obra de Stoker, casi nunca tratados en el celuloide. Se traslada desde su castillo hasta la morada de Arthur y Mina, que en este caso es cercana al castillo -se nos escamotea el viaje a Londres y se supone que toda la acción trascurre al algún lugar de centroeuropa, a pesar de que todos tienen un acento británico de impresión, como es obvio- y allí se convierte casi en un fantasma que inquieta más a cada nueva aparición.

-Desde luego uno de los elementos a los que más se recurre a la hora de analizar el film de Fisher es a su erotismo. Una sublimación de la pulsión sexual que en la novela se ve simplemente sugerida y es, en algunos casos, inexistente, a pesar de los ríos de tinta que han corrido referentes a los múltiples simbolismos de la historia de Stoker. Si lo que realmente consiguió la Hammer es la más perfecta representación gráfica de las intenciones de Stoker es algo que podría generar más de un debate, pero lo que si es innegable es como en esta ocasión los vampiros son más físicos y bestiales que nunca.

Mucha culpa del éxito inagotable del vampirismo como sub-género proviene del atractivo mundo que nos presenta esta clásica película. Con sus seducciones de ultratumba, su colorida sangre y su emoción intrínseca. Los ojos rojos de Drácula, la sugerencia de sus miradas, el placer que provocan sus mordiscos o momentos más explícitos como aquel en el que la vampira se relame en el suelo tras estar a punto de morder al -encantado- Harker, nos presentan una amoralidad bastante rupturista con el cine de vampiros que se conocía hasta la fecha. Y que desde luego enriquece (o amplia), la sugerencia de la obra stokeriana.

-Van Helsing, por su parte, es una creación totalmente nueva desde su también estupenda aparición en la posada del pueblo. Grabando sus impresiones en fonógrafo (como hace el, aquí ausente, doctor Seward en la novela), desplegando toda la artillería necesaria para combatir el mal y sin miedo a introducirse en la boca del lobo dispuesto a la lucha. Su encarnizada búsqueda del Conde nos muestra escenas tan memorables como el uso de la cruz para marcar la frente de la vampirizada Lucy –en el libro es Mina la que es marcada, en este caso con una ostia consagrada-, o aquel impagable momento en que se da cuenta que el ataúd de Drácula se encuentra en el sótano de la casa en la que vive Mina, bajo sus pies, haciéndole saltar como un resorte y lanzarse a la búsqueda del vampiro. La estupenda batalla final –muy deudora del cine de capa y espada-, fue una sugerencia del propio Cushing que otorgó gran dinamismo a una escena que se suponía iba a ser mucho más relajada y clásica en su consecución. El plan era que Drácula muriera de una estaca en el corazón, dentro de su ataúd, pero Cushing propuso la idea de los candelabros en forma de cruz y la destrucción del monstruo debido a los efectos de los rayos del sol. En la novela, Drácula muere en su ataúd a manos de Harker y del también ausente en Fisher Quincy Morris.


En lineas generales, como ya hemos comentado, se trata de una meritoria simplificación de la trama argumental de la novela: fusionando personajes, reduciendo los lugares en los que tiene lugar la acción y eliminando algunos elementos -Renfield, el viaje, el origen del vampiro etc...- pero sin perder en ningún momento su esencia. Y eso es, en definitiva, lo que más importa.

lunes, 19 de mayo de 2008

"DRACULA" 50 Aniversario I: EL COMIENZO


El proyecto de llevar al conde transilvano al terreno de la Hammer comenzó, ya lo hemos recordado, como un intento de seguir explotando el filón de los monstruos heredados de la Universal. Su versión de “Frankenstein”, fue sin duda fue la primera por una obvia razón: El monstruo de Mary Shelley contaba con las simpatías del público mucho más que Drácula, ya que aquel fue el protagonista de la saga más exitosa de la Universal. Ello se tradujo en que fuera mucho más cuidada que la del vampiro de Stoker, que contó con secuelas excelentes (como “La Hija de Drácula”), pero dubitativas. Como si la productora no supiera muy bien que enfoque darle al personaje para que continuara brillando, y es sintomático el hecho de que Boris Karloff se convirtiera en un actor respetado -verdadera estrella del terror- mientras que Bela Lugosi fuera ninguneado por crítica y público, acabando sus días en una bochornosa espiral de películas mediocres.

Sin embargo, quizás era el momento de intentar resucitar –nunca mejor dicho- al rey de los vampiros, y para ello nada mejor que contar de nuevo con el equipo que convirtió “La Maldición de Frankenstein” en el taquillazo que la Hammer deseaba desde hacía tiempo. El productor James Carreras dio pronta luz verde al proyecto y el guionista Jimmy Sangster –cuyo caché había aumentado en el estudio tras el bombazo de su “Frankenstein”- comenzó a redactar un guión de curiosa procedencia. Se dice que a pesar de que la Hammer contaba con el nombre y derechos de los monstruos que la Universal popularizara, los herederos de Stoker no cedieron entre los beneficios la posibilidad de traspasar esos derechos a otra productora, por lo que es muy posible que Sangster se dedicara a crear un argumento totalmente desde cero, prescindiendo de elementos tan importantes como el demente Renfield y desarrollando otros conceptos como el del nuevo Van Helsing, aquí convertido en un héroe de acción mucho más juvenil que el anciano venerable de la novela y que personificó Edward Van Sloan en los años 30. Con amplios guiños tanto al libro como al film de Tod Browning, pero con un aire totalmente renovador y muy inmerso en la época en que fue concebido –sobre todo en el ambiente colorista y en la pulsión sexual-, a pesar de suponer también, en muchos aspectos, una vuelta a las raíces del mito.

Fisher con la pequeña Janine Faye en el rodaje de "Dracula"

Tras dirigir unos meritorios thrillers y llevar a la Hammer al esplendor económico que comenzó a vivir a finales de los años 50, el señor Terence Fisher fue la elección más obvia para llevar el gótico encanto del vampirismo a un nuevo nivel. Como curiosidad, hay que recordar que el director no había visto el “Drácula” de Tod Browning hasta mucho tiempo después de haber rodado su versión, lo cual sin duda contribuyó a lo espontáneo y rupturista de su propuesta. Todo el mundo que conociera al Conde quedaría maravillado, pero a la vez las nuevas generaciones encontrarían excitante de nuevo a un personaje que parecía haberse quedado acartonado en el estereotipo elegante de Lugosi. El mundo de blanco y negro de la Universal se olvidaba a favor de un afiladísimo tecnicolor y una fotografía llena de cromatismo imperecedero (cortesía de Jack Asher), iluminando un diseño de producción que no desentonaría en cualquier serie A de la época. De hecho, los variados y lujosos decorados concebidos por Bernard Robinson son modélicos en su sencillez y efectividad. La escalera por la que desciende el Conde en su primera aparición, el ornamentado decadentismo de la biblioteca y salones del castillo, así como la sugerente atmósfera neblinosa del cementerio, se conjugan en un elegante todo de singular belleza.

El equipo comenzó a trabajar el 11 de noviembre de 1957 en los estudios de Bray (Berkshire), que era un emplazamiento habitual de trabajo para la familia Hammer, y terminaron el film el 3 de enero del 58, con vistas a un proceso de post-producción y pases previos que concluiría en el estreno oficial del film en mayo de ese mismo año. Concretamente los americanos fueron los primeros en disfrutarla, el día 8, mientras que los ingleses la recibieron dos semanas después, el 22. Y una semana después el film invadió Broadway. Y todo esto tras un férreo proceso de pulido que pudiera dejarla lista para pasar la censura. Sobre si los responsables sabían que habían facturado un clásico de la historia del cine o no, es algo sobre lo que solo podemos especular.

"DRÁCULA" 50 Aniversario (1958-2008)


Esta semana se cumplen 50 años del estreno de uno de los films que cambió la cara del cine fantástico en su escasa hora y media de metraje. Una mezcla imperecedera de simbolismo y visceralidad, de elegancia y de “grand guiñol” todo en uno. Una propuesta nacida de la serie B, con mentalidad A y sin mayores pretensiones que las de una productora deseosa de amortizar el éxito de una incursión anterior en el género macabro (la también estupenda “La Maldición de Frankenstein”), pero que gracias al mimo en la realización de la fotografía, dirección artística, la apabullante presencia actoral y sobre todo, bajo la batuta de un verdadero artista llamado Terence Fisher, se convirtió en uno de los estandartes de la Hammer y una de las joyas más influyentes e imprescindibles de la historia del cine.

Aunque publicamos una breve reseña en el actual repaso que estamos haciendo por las películas más famosas del género terrorífico, la efeméride que nos ocupa obliga a volver a penetrar en esa tierra “en la que no cantan pájaros” y celebrar el aniversario de esta gran obra. Cuanto más ahora que ha sido editada al fin en DVD en España, gracias a una iniciativa exclusiva de la Fnac. Asi pues interrumpimos el repaso a los grandes clásicos que estamos llevando a cabo bajo la etiqueta “Reseñas Terroríficas” y vamos a dedicar esta semana a actualizaciones diarias relacionadas con todo lo que rodea a esta película imperecedera. Incluiremos pequeñas biografías de los responsables, algunas curiosidades, galería de imágenes y detalles sobre la realización del film.

Un Drácula que forma parte de la infancia de muchos y sin el cual el cine de horror hoy no sería el mismo.

viernes, 16 de mayo de 2008

LA SEMILLA DEL DIABLO (1968) De Roman Polanski


¿Recordais “Suspense”? Pues aquí tenemos otro título español aun más repugnante, porque encima desvela el misterio de la trama del film. El original “Rosemary´s baby” (titulo también de la novela de Ira Levin en que está basado) no daba ninguna pista sobre lo que nos íbamos a encontrar durante el metraje y mucho menos con ese final. Pero vayamos por partes.

El éxito en Estados Unidos de las películas europeas del cineasta Roman Polanski le dio la oportunidad de realizar su primera película americana. Polanski eligió adaptar la terrorífica novela de Levin al comprobar que sería facil de enmarcar en su particular estilo de hacer cine (se han comparado “La Semilla…” y “Repulsión”, y lo cierto es que amban comparten atmósfera malsana y el punto de vista de una mujer) y sin duda el material de base era lo suficientemente atractivo como para realizar una buena película de “atmósfera” como a Polanski le gustaba. William Castle, legendario director de cine de terror y serie B (del que hablaremos mucho por aquí) produjo la película. La obra original se inspiró en la fama del edificio Dakota de lugar maldito y que atraía la mala suerte, asunto que también impregnó la película y que daría para varias entradas. Tan solo comentar que se cuentan historias de la aparición de una niña con ropas del siglo XIX, que William Castle recibió amenazas de muerte que le llegaron a provocar ataques de ansiedad. Además de los, por desgracia, muy reales fallecimientos de Sharon Tate, esposa de Polanski, que fue asesinada por los seguidores satánicos de Charles Manson poco después del estreno del film, y de John Lennon que fué tiroteado a su vez en la misma puerta del edificio.

En él trascurre la historia del embarazo de Rosemary (excelente Mia Farrow), que tras mudarse con su marido (el director John Cassavetes, pionero del cine independiente) al edificio en cuestión comienza a sentir una atmósfera cada vez más enrarecida y malsana. El suicidio de una amigable vecina será solo una de las muchas situaciones extrañas que Rosemary comenzará a vivir en su nuevo hogar, culminando en un sueño muy realista en el que sufre una violación del mismísimo demonio. Tras despertar llena de arañazos no tardará en descubrir que está embarazada y que una red de satanistas, tan normales y por tanto aterradores como el Karswell de “La Noche del Demonio”, habita el siniestro edificio. Como curiosidad, comentar que otra de las leyendas negras del film concierne a la comentada escena onírica. Se dice que el demonio está interpretado por el mismísimo Antón Szandor La Vey, fundador de la primera y única iglesia satánica aceptada legalmente, con sede en San Francisco. Uno de esos rumores que corren como la pólvora a pesar de ser totalmente falso, ya que el actor Clay Tanner fué quien se puso la máscara del príncipe de las tinieblas.

La clave de la fuerza del film, reside en lo magníficamente que se inserta lo sobrenatural en un entorno cotidiano. La tonalidad de la fotografía, tan luminosa como siniestra, no hace sino acrecentar la inquietud de unos eventos terribles que podrían haber sucedido justo al lado de nuestra casa. Respecto a la trama, es digno de mención el hecho de que nos encontramos ante una de las adaptaciones más fieles jamás hechas, aunque eso tiene una curiosa explicación. Según Levin, Polanski adaptó tan fielmente su relato porque era un realizador joven y se enfrentaba a su primera adaptación fílmica: "Creo que no sabía que estaba permitido (¡Que es casi obligatorio!) hacer cambios". Eso ocasíonó que el director adoptara un puntilloso detallismo a la hora de poner la novela en imágenes, respetando el color de la ropa que llevan los personajes e incluso consultando a Levin sobre aspectos nimios: "Recuerdo que me llamó desde Hollywood para preguntarme en que número de "The New Yorker" había visto Guy el anuncio de la camisa. Con gran disgusto tuve que admitir que me lo había inventado; había asumido que cualquier número de esa revista llevaría algún anuncio de camisas bonitas. Pero el número correspondiente a la escena, lo desconocía".

Una vez más, el miedo es más sugerido que explícito. Como queda claro en la inolvidable escena final, en la que sin sangre, sin monstruos ni ningún tipo de artificio, Polanski consigue ponernos los pelos de punta. Un plano definitorio de lo que significa infundir el genuino escalofrío, tan olvidado ya en estos días. Es “La Semilla del Diablo” una de esas películas que tras conseguir meter el miedo en el cuerpo del espectador, éste no deja de sentirlo hasta mucho tiempo después de haberla visto.

Y es por tanto lógico, que algunos críticos se refieran a ella como la mejor película de terror de todos los tiempos.

miércoles, 14 de mayo de 2008

THE HAUNTING (1963) De Robert Wise


“Los que vagan por esta morada, vagan solos”.

Seguimos con las casas encantadas y el terror más sugerido que explícito. Solo con el prólogo, en el que se nos cuenta la historia de crímenes y tragedia que sacude a una mansión gótica, ya nos damos cuenta de que estamos ante una soberbia película que logra, al igual que “The Innocents” desasosegar el ánimo del espectador a través de una atmósfera malsana, antes que a través de los efectos rimbombantes habituales del cine de terror. Gracias, una vez más, a una dirección prodigiosa, en este caso del gran Robert Wise.

Cuatro personas se encierran en la mansión con la intención de elaborar un estudio sobre el más alla y su existencia. Ahora un bonito trabalenguas: la trama se basa en la novela “The Haunting of Hill House” de Shirley Jackson, que fue posteriormente homenajeada por Richard Matheson en su novela “Hell House”, que también fue adaptada al cine en “The Legend of Hell House”. Ninguna de las dos historias tiene que ver con “House on Haunted Hill” de William Castle. Existen dos remakes de “The Haunting” y de “House on Haunted Hill”, pero no de “Legend of Hell House”… asi que, tras coger aliento, un consejo: ¡no confundirlas!

En este poético film, lleno de simbolismo, también se juega con la represión de una mujer. En este caso Eleanor, interpretada de maravilla por Julie Harris, es una chica que apenas ha salido jamás de su casa y de repente encuentra en el ambiente enrarecido de la mansión, una especie de nuevo hogar que la acepta como es. Sus dudas a lo largo de todo el metraje contrastan con la seguridad en si mismos del resto de habitantes de la casa, especialmente la de Theodora (Claire Bloom) presentada sin demasiada ambigüedad como una lesbiana orgullosa de serlo (elemento bastante curioso para la época en que se rodó el film). Las idas y venidas de Eleonor, su encuentro con los entes que habitan la casa (¿O son producto de la sugestión por las leyendas de la casa?) son de una inquietud genialmente mostrada.

Puertas que palpitan como corazones, gemidos en la noche, pasadizos secretos, rostros que se materializan en la pared, mensajes en los muros…. El tema de lo paranormal en colisión con la ciencia moderna está muy bien desarrollado (aunque personalmente prefiera ese aspecto en “The Legend of Hell House”). La atmósfera será más y más asfixiante mientras Eleonor no cesa de repetir que “está en casa” y que por fin parece pertenecer a alguna parte. Las lecturas psicoanalíticas podrían ser cientos y las dejaremos al espectador. Ella es el personaje principal, pero todos ellos se verán afectados en mayor o menos medida por la casa.

Como curiosidad, mencionar que la censura franquista prohibió el estreno (probablemente por tratar el tema lésbico) y no se pasó por televisión hasta mediados de los años 70.

Como comentamos al principio, este film contó con su correspondiente remake moderno dirigido por Jan de Bont, tirando por los suelos toda la sugerencia e interes de la historia y convirtiéndola en una montaña rusa de efectos especiales y trama de culebrón. Una nueva versión de infausto recuerdo, indigna de un clásico como el que nos ocupa y que hace un flaco favor al cine de terror actual.