THE UNDYING MONSTER (1942) De John Brahm

Seguimos repasando las joyas incluidas en el pack “Los Grandes Clásicos del Cine de Terror” que fue editado en septiembre por L´atelier 13, y le llega el turno a uno de los films menos conocidos de la edad de oro del horror americano años 40: el thriller macabro “The Undying Monster”, cuya condición de misterio con toques tenebrosos (más que de terror al uso) hace que en su época fuera conocido también como “The Hammond Mistery”, título que hace más énfasis en el estilo policíaco de su desarrollo. De hecho, el “Monstruo que no puede morir” es algo casi anecdótico en una trama en la que priman las pesquisas detectivescas en una gran mansión, evocadoras del mejor relato de suspense estilo Agatha- Christie, por lo que resulta difícil calificarlo como una película de hombres lobo –o desde luego no es una película de licántropos corriente-, a pesar de que fue rodada en pleno éxito de la Universal con su “The WolfMan” protagonizado por Lon Chaney Jr. En este caso, el film cuenta con una acertada producción de la Fox, que no se prodigaba con el horror pero que nos regaló muchas joyas de la temática, y la ágil dirección de John Brahm, un profesional que vino de Alemania con todo su equipaje expresionista y que posteriormente nos regalaría clásicos como “The Lodger” –otra de esas joyas de la Fox a las que me refería antes-. Además pasará a la historia como uno de los mejores realizadores de la genial “Dimensión Desconocida” de Rod Serling. Los protagonistas fueron James Ellison, una de las estrellas de “Yo Anduve con un Zombie” (que sustituyó al inicialmente previsto George Sanders) y Heather Thatcher en los papeles de la carismática pareja de detectives protagonista. Mientras que John Howard y Heather Angel dan vida a los dos hermanos que habitan la sombría mansión, atormentados por el misterio y una misteriosa maldición familiar. El film se basa en la novela de 1922 escrita por Jesse Douglas Kerruish.

“The Undying Monster” es, digámoslo sin más rodeos, una auténtica gozada. Uno de los pocos ejemplos de serie B que luce como la más trabajada de las series A, con un diseño de producción que quita el aliento –esos majestuosos planos que recorren la casa, la interminable escalera y los enormes ventanales que dan a ese bosque lleno de sombras sugeridas y un claroscuro lleno de matices…-, que debemos agradecer a una preciosista fotografía de Lucien Ballard y, sobre todo, a la dirección de Brahm, que no deja tregua. Tan solo la apertura del film, con el personaje de Heather Angel saliendo de la mansión en un carruaje en mitad de la noche en busca de su hérmano, el cual parece haber sido atacado por el monstruo, es trepidante y lleno de emoción. Con esa macabra leyenda de una criatura ancestral –a la que nunca se asocia con los hombres lobo hasta el final del metraje-, que acecha en las mismas épocas del año a los miembros de la familia Hammond y que puede llevarse la vida de alguno de sus miembros si son sorprendidos caminando solos en los escarpados riscos que rodean la casa. Dicho emplazamiento es otro de los aciertos de decorado de la cinta, que huyen del tópico del simple humo para crear atmósfera. Una vez que el personaje de John Howard es rescatado de las garras de la legendaria bestia (la cual una víctima femenina), entran en acción la pareja de sabuesos interpretada por Ellison y Thatcher, una pareja ingeniosa y divertida –con algunos tics del humor tontorrón de la época, pero que no insulta la inteligencia del espectador en ningún momento-, ejemplos de detectives racionales y a la vez en guardia con el ocultismo que hubieran dado para más películas con ellos de protagonistas. Una vez instalados en la mansión lidiaran con los sospechosos de la conspiración de los Hammond –el médico de la familia, el mayordomo, el ama de llaves… todos parecen ocultar un secreto- y explorarán la cripta familiar, un siniestro lugar que incluye sarcófagos medievales y estatuas de cruzados, donde parece encontrarse la clave del misterio. ¿De quien son esas misteriosas huellas?

Poco importa que el guión sea esquemático y que resbale sin remedio en algunas situaciones cuando se tienen tantas virtudes que ofrecer en la visión que Brahm usa para ilustrar la historia. En la novela original el protagonismo recaía en una detective de lo sobrenatural y médium llamada Luna Bartendale –del cual es un remedo el personaje de Heather Thatcher-, y el libro contenía todos los elementos del espiritualismo y magia negra tan afines a la época que nos ocupa, siendo sustituidos en el film por una trama de misterio gótico más acordes a las exigencias de una cinta destinada a las sesiones dobles de terror y no por ello menos disfrutable. La pelea en la misteriosa cripta o la escena en el juzgado, son dos ejemplos de la variedad y entretenimiento de la historia, que sabe exprimir como pocos films pueden la clásica situación de suspense –mansión cerrada y claustrofóbica con reunión de personajes destinados a establecer el “whodunit” - sin dejar de lado, como decimos, la agilidad y diversión de los planteamientos. El desenlace no decepciona y cuenta con una persecución del monstruo en la que por fin vemos al licántropo, con un efecto de transformación estilo Lon Chaney Jr. pero más dinámico. Aquí no hay balas de plata ni punto de vista trágico del hombre lobo, ya que, como decíamos, la película se aleja de los cánones lupinos para hacer más énfasis en el misterio de la identidad del monstruo. Una posterior reformulación de la misma temática la encontramos en el flojo film de la Amicus “La Bestia Debe Morir”, aunque con mucho menos del encanto y la calidad que atesora “The Undying Monster” en su hora escasa de metraje.

A modo de curiosidad he aquí un par de ediciones de la novela original. Una en la revista pulp “Famous Fantastic Mysteries”:


Y otra en una más moderna –entre comillas- edición de bolsillo, concretamente del 75. Haunted House no se responsabiliza de los daños oculares que pueda provocar su visionado: