“…Un cuerpo con un alma y un espíritu, que se encuentran en guerra constante”.
Y le llegó el turno al Hombre Lobo en esa renovadora de mitos llamada Hammer Films. Terence Fisher y su equipo se aproximaron al tema con el afán rupturista que había caracterizado sus anteriores versiones de los monstruos clásicos de la Universal. Para empezar ambientaron la trama en el siglo XVIII, en España y le dieron un toque visceral que le viene que ni pintado a esta soberbia adaptación de la novela “El Hombre Lobo de Paris” de Guy Endore (publicada en España por Valdemar). Otros elementos como la violencia, la sordidez, o el detalle de presentar al primer hombre lobo albino de la historia del cine, no son más que la confirmación de que Fisher deseaba alejarse todo lo posible de los conceptos y la estética que ya se conocían con respecto al fascinante tema de la licantropía. Aunque curiosamente, parte del concepto de la película se debió a un aprovechamiento de decorados. El estupendo John Gilling –posterior realizador de prestigio en la productora-, tenía escrito un libreto sobre la Inquisición Española que había sido rechazado debido a las objeciones que la iglesia católica hubiera podido poner, perjudicando así la taquilla. Con la idea de reutilizar los decorados que se habían construido en los míticos estudios Bray, la acción del nuevo hombre-bestia se trasladó a nuestro país. Solucionados estos problemas, Fisher eligió al carismático Oliver Reed con el que ya había trabajado en su incursión en el mundo de Robin Hood, “Los Hombres del Bosque de Sherwood”, un año antes.
Además de la base literaria ya mencionada, la película de la Hammer supone una vuelta a los mitos que sobre hombres lobo habían salpicado de sangre las leyendas del folklore. Aquí encontramos el proceso de transformación a consecuencia de un cúmulo de desgracias espirituales en lugar de a través de la clásica mordedura –más afín al mito del vampiro-. En el guión de Anthony Hinds se vuelve a la clásica idea del influjo de la luna como maldición para un individuo (de ahí lo idóneo del título elegido); el cual ha nacido con el estigma de la condenación debido a las circunstancias de su concepción, totalmente ajenas a él. En este caso somos testigos de dicha concepción cuando, de forma sorprendente para la época, el relato cinematográfico nos cuenta todos y cada uno de los pasos que llevaron al nacimiento de León, el desgraciado protagonista de la historia. El cual tarda muchos minutos en aparecer en escena, pero al que sentimos en cada uno de los planos desde el mismo comienzo del film. Su origen es el que le llevará a nacer estigmatizado por el influjo de la luna, siendo producto de la violación de su madre a manos de un mendigo encarcelado y degradado por la tortura de un sádico Marqués, el cual es otro ejemplo de ruina física y moral –por cierto, el escritor del relato original en que se basa el film, escribió a su vez una biografía sobre el famoso Marqués de Sade-. Unido esto al hecho de nacer el mismo día que Cristo, lo cual se supone condena por “osado” al bebe en cuestión, el cúmulo de desgracia destilarán a este hijo del odio. Un origen trágico que le llevará a lamentar su nacimiento y del que solo podría redimirse a través del amor.
Fisher mueve la cámara con la elegancia que le es habitual, filmando paso a paso todas las consecuencias que llevarán a la ruina a este desgraciado licántropo. Los títulos de crédito ya dan pistas de lo que se avecina, con ese aterrador primer plano de los ojos salvajes del hombre lobo, que mientras avanzan los créditos se torna patético al comenzar esos mismos ojos a llorar. Una sabia introducción a la mezcla de salvajismo y emoción, terror y tragedia que nos espera. La muy gótica primera parte detalla la llegada del mendigo al castillo del detestable Marqués (interpretado por el habitual Anthony Dawson), su injusto encarcelamiento y su posterior violación de la muda sirvienta. Las escenas de humillación, maldad y asesinato son extremadamente gráficas y tuvieron las lógicas problemáticas con la censura de la época, estando toda esta primera parte empapada de una sórdida evocación del comienzo de “El Perro de los Baskerville” del propio Fisher, que decidió comenzar su adaptación de Conan Doyle con la historia de otro noble cruel y lujurioso: Sir Hugo.
Sin embargo la trama es más amable una vez que León va creciendo, ya que a pesar de su origen maldito ha encontrado una familia que le adopta y le da todo el cariño que no tuvo su concepción. Y una vez más, a pesar de esto, la maldición le alcanzará y será el asesino de varias personas inocentes. Las imágenes del León niño mostrando sus afilados colmillos mientras se debate contra las rejas de una ventana -como si fuera una jaula- son magníficas. El final del personaje será el que su nacimiento presagiaba: el de un animal salvaje perseguido y odiado por el pueblo, que organiza los clásicos piquetes que entroncan con la Universal. Sin posibilidad de salvación a pesar de su sincero amor por Cristina (Catherine Feller) hija de su patrón. La interpretación de Reed muestra la ilusión primero y poco a poco la desesperación de un hombre que sabe que no podrá escapar de lo que es.
Son estos apuntes trágicos los que conectan este hombre lobo con aquel que nos presentó la Universal, aunque con un pesar mucho más profundo, por supuesto. Además la “ejecución” final del desgraciado licántropo, es a manos de una figura paternal, al igual que sucedía en el clásico de Lon Chaney Jr., en una persecución final que culmina en la iglesia, al son de las campanas, que repican para aturdirle y facilitar su muerte. La de un ser que vino al mundo solo para derramar lágrimas, y de la misma forma exhala su último suspiro.
lunes, 7 de julio de 2008
LA MALDICIÓN DEL HOMBRE LOBO (1961) De Terence Fisher
Publicado por Igor Von Slaughterstein en 11:31
Etiquetas: Reseñas Fantasmagóricas
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10 “Gooble gobble, one of us!”:
Impecable la reseña! Realmente muy buena. No he visto esta versión del Hombre Lobo, pero por tu fantástica descripción parece que me he perdido de una verdadera joyita, por lo que tendré que verla a la menor oportunidad!
Saludos!
La Hammer...que grandes tardes/noches nos ha dado, desde luego no podré olvidar jamás ni ésta ni otras obras de tan maravillosa productora dado mi coleccionismo enfermizo de todas sus obras XXDD
El giro dado en esta versión me parece estupendo, y Fisher es uno de los mejores directores de la historia del cine, nunca suficientemente reconocido.
No conocía su blog y pienso añadirlo a mis enlaces sino es molestia, por supuesto.
Por cierto, que audios y subs lleva esa edición italiana de "La máscara del demonio"?
Saludos!!
¡Qué gusto da visitar su mansión encantada! Fisher siempre, siempre es un talento a reivindicar, y este licántropo junto a La Gorgona, son a mi gusto dos de sus mejores obras.
En mi opinión, la mejor película que sobre licántropos se ha realizado jamás.
sus reseñas siempre son tan interesantes como necesarias..
Gran artículo y gran película, con una caracterización del hombre lobo inolvidable.
Gracias, gracias... se me antojo un chorro con eso que dices. Me da harta verguenza reconocer que de Fisher creo solo vi la de Sherlock Holmes y en una matinee hace muchos años... Voy a buscarla de inmediato. Saludos
No es una de mis película favoritas de Fisher, ni de la Hammer, pero de todas formas es una verdadera joya.
Buenísima reseña.
Saludos.
Fisher siempre fue un director a tener en cuenta dentro del género. Pocas veces reconocido. Saludos!
muy buen blog, esta muy chulo ver las peliculas de otros tiempos pero que siempre recordamos.
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