Con este mega-reportaje -¡ya veis que nosotros no descansamos en agosto! XD- terminamos el especial dedicado a Lionel Atwill y Fay Wray, aunque por supuesto son dos artistas a los que nunca dejaremos de lado en este humilde y macabro rincón. Por ahora disfrutad del repaso a las tres joyitas que protagonizaron juntos.
DOCTOR X
Nos situamos en 1932 y en una de las primerísimas muestras de explotación del horror fílmico. La First Nacional Pictures (Warner Bros) deseaba su parte del por entonces tan de moda cine de terror, así que se decidieron a realizar su propio film macabro, con sus propias estrellas. Para ello reclutaron al gran Michael Curtiz como director y se descolgaron con un argumento que tenía ecos de Frankenstein, El Fantasma de la Opera y cualquier relato pulp con científico loco. Es realmente ese toque de literatura de misterio barata, lo que hace que “Doctor X” sea tan entretenida y absorbente, a pesar de sus muchos fallos argumentales. Sin olvidar el baile de géneros que presenta, en una época en la que las constantes del terror en cine no estaban aun del todo definidas, por lo que la película podría definirse como una pieza de misterio científico con aroma terrorífico, pero también con excesivos toques de romance e incluso comedia “slaptick”.
La historia tiene su origen en una obra teatral. Lionel Atwill interpreta aquí a Jerry Xavier, un científico al que interpreta con su habitual toque autoritario y misterioso. La academia que regenta se convierte en el principal foco de sospecha de las idas y venidas de un misterioso criminal conocido como “El Asesino de la Luna Llena” que mata mujeres de forma salvaje en ese periodo lunar, y cubre su rostro con una máscara de piel sintética. Uno de los presentes en la mansión es el asesino, y eso atrae la atención de un periodista deslenguado (Lee Tracy), que además de servir de espectador para un bizarro experimento del doctor Xavier destinado a desenmascarar al asesino, se sentirá atraido por la hija de este, interpretada por Fay Wray. Referencias al canibalismo e incluso al incesto nos convencen de que estamos ante una película pre-código Hays.
La trama no es que sea muy original, siendo el habitual recorrido por los tópicos del gótico y el misterio en mansión aislada (estilo Agatha Cristie). Pero lo que hace que esta obrita trascienda como una experiencia realmente disfrutable –además, por supuesto, de nuestra pareja protagonista- es su concepción técnica. En una época de experimentos, el Technicolor que tinta las imágenes del film se descubre como todo un logro, y el trabajo fotográfico del excelente Ray Renahhan -unido a unos decorados artísticos muy meritorios-, nos regala unas escenas llena de contrastes entre el color y el claroscuro inevitable en este tipo de producciones. En cuanto a la historia, el grupo de sospechosos –todos ellos con algún tipo de traba física- es lo suficientemente atrayente como para mantener el interes del “whodunit” que se nos presenta, y como decíamos las referencias al canibalismo que encontramos en la trama la hacen más avanzada para la época de lo que en realidad parece. El bloque final, con secuestro de Fay Wray (que nos regala algunos de sus legendarios gritos) y revelación final del “psycho killer” es lo suficientemente emocionante como para sobrepasar el aprobado.
Es una pena, eso sí, que tengamos que soportar el personaje del periodista infiltrado en la casa. Sus chistes y gracietas –que incluyen jocosos encuentros con trampas ocultas y pasadizos secretos-, hacen bajar enteros la película cada vez que aparecen en escena. Pero aun así, el carisma de Atwill y Wray consiguen dignificar aun más la ya de por si interesante propuesta.
LOS CRIMENES DEL MUSEO (THE MISTERY OF THE WAX MUSEUM).
Tras los excelentes resultados en taquilla de ”Dr.X”, la Warner no perdió el tiempo y convocó al mismo equipo técnico y artístico para regalarnos otro cuento macabro lleno de perversidad. Así, Michael Curtiz volvió a contar con Atwill y Wray como ejes de la trama en “Los Crímenes del Museo” (1933), un film de mayor calidad que se predecesor y todo un festival de tenebrismo para nosotros, gourmets del horror vetusto, que podemos disfrutar hoy en día de esta película gracias a su afortunado descubrimiento en los años 70, mientras acumulaba polvo en los archivos de Jack Warner. Hasta ese momento, “Los Crímenes del Museo” se había considerado perdida y solo podíamos hacernos una idea de ella viendo su estupendo remake, “Los Crímenes del Museo de Cera” (1953), en el que Vincent Price sustituyó a Atwill con su habitual maestría.
Lo cierto es que el film de Price respeta casi punto por punto la trama de la versión del ´33, pero dándole un retoque que lo acerca casi a la categoría de “…para todos los públicos”. En el viejo clásico con Atwill y Wray, de nuevo disfrutamos de una sinopsis y unos diálogos “pre-código de censura”, lo que nos permite asistir a sorprendentes detalles macabros –especialmente en los asesinatos y en la atmósfera mortuoria del decorado del museo de cera- y también resulta chocante el aperturista tono erótico del film, con una escena final en la que Wray, atada a una mesa, es desnudada lujuriosamente por Atwill y una conversación en la que la periodista interpretada por Glenda Farell le pregunta a un policía: “¿Cómo va tu vida sexual?”. Momentos impensables en el remake posterior.
La trama no es desconocida para los fans de nuestro género. Tenemos la clásica variación sobre el esquema Fantasma de la Ópera, en el que Atwill interpreta a un artista de las figuras de cera que resulta terriblemente desfigurado en un incendio y se cobrará una cruel venganza sobre sus verdugos. A la vez que desarrolla sus planes, se encaprichará de una bella chica a la que querrá conservar bella eternamente como una de sus siniestras figuras de cera. El actor británico nos maravilla con una de sus más atormentadas composiciones para la pantalla, resultando amenazador en todo momento –incluso cuando le vemos en silla de ruedas- y Fay Wray es el contrapunto perfecto con su sutil encanto y sus imprescindibles gritos.
En cuanto a los secundarios, la periodista antes mencionada cumple la misma función bufa que tenía el personaje de Lee Tracy en “Doctor X”, aunque resultando en mi opinión bastante más soportable que aquel. Dignas de recuerdo son las escenas en las que Atwill acecha a sus víctimas con su macabro maquillaje y por supuesto el primitivo technicolor de dos tonos le permite a Curtiz volver a emplear con gran soltura el juego de atmósferas y de contrastes pictóricos que le dan ese aire tan especial a sus dos films con la pareja que nos ocupa. Resultando, como decimos, una película superior en todos los aspectos a su primera colaboración conjunta y un clásico legendario para fans del horror y admiradores de la recordada versión de Vincent Price, que tiene aquí su más que digno antecedente.
EL VAMPIRO ACECHA (THE VAMPIRE BAT)
Finalizamos con una cinta rodada el mismo año que “Los Crímenes del Museo”, aunque esta vez en un glorioso blanco y negro que nos retrotrae a los mejores momentos del horror años 30. No será la única referencia cronológica que nos encontremos, ya que “The Vampire Bat” (1933), es la respuesta de la modesta Majestic al boom del terror que comenzaba a gestarse gracias a los éxitos de los monstruos clásicos de la Universal, igual que las dos anteriores películas de nuestra pareja eran la respuesta de la Warner. En aquella época todo el mundo, ya fueran productoras de serie A o B, quería apuntarse al carro –no tardaría en contraatacar la Metro con “Freaks” o la RKO con el ciclo de Val Lewton-, y podemos quitarnos el sombrero ante el mimo y calidad que las “competidoras” pusieron para ampliar el naciente universo del horror fílmico. En “The Vampire Bat” volvemos al toque pulp que caracterizaba los dos films “B” de Atwill y Wray, pero la atmósfera creada por el estupendo blanco y negro creado por Ira H. Morgan y la genial utilización de la niebla durante todo el metraje, le da al film un maravilloso toque de cuento de hadas que sazona de maravilla una historia que comienza como terror estilo Universal, continua como el clásico folletín de misterio ambientado en un ambiente rural y concluye con unas pinceladas de ciencia-ficción, lo que otorga variedad y gran entretenimiento al conjunto. Además de Atwill brillando con luz propia en el papel del científico local y la hechizante Fay Wray –con un papel más breve en esta ocasión-, tenemos nada menos que a Dwight Frye haciendo un “reprise” de sus míticos papeles en la Universal (siendo el Renfield de “Drácula” el más recordado), en este caso un pobre diablo acusado de una ola de crímenes sangrientos en la villa. ¿Quién es el vampiro que amenaza a los lugareños? ¿Tiene un lado oscuro el pacífico pero siniestro doctor interpretado por Atwill?
Fay compone junto al protagonista Mervin Douglas la típica pareja de tortolitos enfrentados al mal, que abundaron en esta época casi tanto como los periodistas metomentodos, de los cuales hemos visto algunos ejemplos en las dos anteriores películas de nuestra pareja. El Doctor que interpreta Atwill instruye en el mundo del ocultismo al personaje de Douglas, que no acaba de creer en la raiz sobrenatural que sugieren los crímenes.
La trama que hace referencia al sonambulismo resulta fresca en el cine de la época, aunque no deja de recordar el ambiente de “El Gabinete del Dr. Caligari” . Los toques de humor son más escasos en este tercer encuentro entre Atwill y Wray –eso si, mucho mejor llevados, siendo el principal foco la tía hipocondríaca- pero el toque siniestro bizarro se mantiene, con algún que otro momento realmente meritorio y macabro que no desvelaré aquí si aun no habéis tenido la oportunidad de disfrutar de esta joya oculta.
Y lo mismo digo del resto de películas de este ciclo. Si las tres permanecen ocultas para vosotros, ¡descubridlas! “Doctor X” puede ser encontrada en Zona 1, subtítulos en castellano incluidos, en varias ediciones. “Los Crímenes del Museo” aparece como extra de la reciente edición española en DVD del remake de Vincent Price. Por último, “The Vampire Bat”, además de ser de dominio público y poder ser vista y descargada en la red, podréis encontrarla en el pack de L´atelier 13 “Grandes clásicos del Cine de Terror” que parece ser que al fin podremos disfrutar el mes próximo.
En definitiva, tres muestras imprescindibles de una añorada forma de entender el género y del carisma interpretativo de dos actores legendarios.
lunes, 25 de agosto de 2008
LIONEL ATWILL Y FAY WRAY: UNA PAREJA DE MIEDO (II).
Publicado por Igor Von Slaughterstein en 15:21
Etiquetas: Artículos De Ultratumba, Horror Stars
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4 “Gooble gobble, one of us!”:
Excelente artículo sobre estos dos olvidados genios del cine de horror.
¡Saludos!
Esta pareja me resultó más escalofriante y oscura, la misticidad es remplazada por la oscuridad. Juntos eran una pareja bastante tétrica. Sigo elogiando estas reseñas! Un abrazo.
Ariel.
Excelente continuación de tu especial, y la verdad es que me has hecho descubrir tres títulos que parecen sumamente interesantes.
Excelente trabajo.
Saludos!!
Un placer la lectura de sus reseñas, don Igor. Ya era buena hora de que se hablase alto y claro del grandioso caballero Lionel.
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