Un año después del triunfo “Frankensteiano” de la inglesa Hammer, lo lógico era intentar repetir la jugada con el siguiente gran mito popularizado por la Universal. La jugada les salió redonda, el mismo equipo de rodaje trabajó en la filmación de Drácula: renovando al personaje, haciéndolo más fiel a la esencia de la novela de Stoker, asentando definitivamente el estilo Hammer de hacer cine y, lo más importante para la productora, consiguiendo el doble de éxito que con su predecesora.
Christopher Lee era la elección indiscutible para encarnar al personaje. Con su altura imponente, su voz grave y su temible presencia escénica no había otro actor posible al que imaginar en la piel del rey de los vampiros. Su aparición por primera vez en lo alto de la escalera de su mansión mientras retumba la genial banda sonora de James Bernard es inolvidable, dejando claro desde el principio que la época sutil y elegante de Lugosi había quedado atrás. Aunque el Drácula de Lee no deja de ser un “gentleman”, la agresividad animal que le confiere al personaje, así como su capacidad para llenar la pantalla con una sensación de peligro (incluso cuando no esta en escena) no solo le otorga gran parecido a la versión literaria del Conde, sino que sin duda nos ofrece el Drácula definitivo. Por fin le vemos morder y lucir los colmillos chorreando sangre, al fin vemos esos ojos rojo profundo que imaginó Stoker.
Como Van Helsing tenemos a Peter Cushing en otro de sus memorables papeles. Su forma de afrontar el personaje como un erudito de lo oculto mezclado con un aventurero siempre dispuesto a la batalla, ha marcado a los demás actores que han tenido que interpretarlo. El contraste entre su manera pausada de grabar en fonógrafo los datos de sus estudios (como siempre actuando con su cuerpo además de con su rostro y su voz) y la forma en que reacciona al descubrir que el vampiro se oculta en el sótano de la casa donde se encuentra (girando su rostro aterrado y saltando del asiento como una serpiente) dan una idea de la riqueza de matices que Cushing le regaló a uno de sus personajes más míticos.
Terence Fisher se superó a si mismo en este film. El uso del encuadre y los decorados como un elemento más para contar la historia, comenzó aquí a convertirse en su marca de fábrica. Su nervio, sugerencia sexual y violencia inéditas en el género asombraron a un público que volvió a poner el género de terror en lo más alto, acudiendo en masa a ver esta película imprescindible. Los críticos de la época no la soportaron, claro. “Nauseabunda” exclamó un furibundo crítico. Como no, americano.
Christopher Lee interpretaría al Conde en otras seis ocasiones y Peter Cushing a Van Helsing en otras tres. Las películas de Drácula continuaron siendo uno de los filones de la Hammer durante los años siguientes. ¡Ya las iremos comentando!
martes, 29 de abril de 2008
DRÁCULA (1958) De Terence Fisher
Publicado por Igor Von Slaughterstein en 14:34
Etiquetas: Imágenes Escalofriantes, Reseñas Fantasmagóricas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 “Gooble gobble, one of us!”:
si señor, qué grande la serie vampírica de la Hammer!si, con la iniciativa de la Hammer se produjo un salto importante con las alusiones a la sexualidad y sobretodo la sangre y el aspecto de Cristopher Lee, que como dices ya poco tiene que ver con el semblante de Lugosi.
Me despido con ganas de seguir leyendo las críticas sobre el resto de dráculas de la Hammer.
Saludos!
Que memorable película comentas aquí.
Drácula , con Lee y Cushing incluídos, ha sido siempre una de mis películas de horror favoritas.
Gracias por el grato recuerdo.
Saludos,
Publicar un comentario