Nos situamos un año después del éxito de “Drácula” de Tod Browning, la Universal se da cuenta de que el cine de terror parece una apuesta de futuro bastante sólida y por eso invierte un presupuesto bastante más holgado (aunque tampoco de gran super-producción), para la siguiente incursión del estudio en el naciente género. Se trata de la adaptación de “Frankenstein” de Mary W. Shelley, una de las mejores novelas góticas que dio la literatura a comienzos del siglo XIX. Shelley, pionera del feminismo y cuyo padre William Godwin, fue uno de los primeros teóricos del anarquismo, no pudo evitar infundirle a la obra todos los conceptos políticos y sociales que bullían en su cabeza. Los temas universales de esta obra capital –la corrupción de la sociedad civilizada, el crecimiento de un ser puro, casi infantil, en un mundo hostil, el peligro de la ciencia descontrolada–, los encontramos en esta película casi perfecta del realizador James Whale.
Dado que la idea era repetir la estupenda acogida de “Drácula”, el estudio se propuso darle una solución de continuidad al nuevo proyecto. Repitieron técnicos, adaptador (John Balderston), actores (Dwight Frye, Edward Van Sloan, en papeles muy similares a los que desempeñaron en el film de Browning) y también se basó en la obra teatral que por entonces giraba en los teatros antes que en la novela original de Shelley.
De hecho, la idea principal fue que el mismísimo Bela Lugosi diera vida a la desdichada criatura de Frankenstein, papel que rechazó por su negativa a actuar con máscara (De esta anécdota hablaremos más adelante con más detalle, incluido el de que años después, el gran Lugosi cambiaría de opinión y se pondría el maquillaje y los tornillos del monstruo). Una vez desestimada la intervención del actor húngaro, Whale le ofreció el papel a un amigo suyo también inglés. Un secundario visto en películas de gansters de nombre real William Henry Pratt, que alcanzó la inmortalidad con el sobrenombre de Boris Karloff.
Más que ningún otro género, el terror clásico dependía enormemente del nivel de sus actores. Y con Karloff volvió a darse en la diana. El nacimiento de uno de los más grandes iconos del horror se dio en esta magnífica película. Su interpretación del monstruo, llena de poesía y patetismo, no solo conmovió al público de varias generaciones sino que se convirtió en un referente ineludible. La escena que abre esta reseña, el monstruo en su encuentro con la inocente niña de las flores, es una de las más simbólicas de la película. No es solo bella y horrible a la vez, sino que su descarnado lirismo resume el principal mensaje del film, la imposibilidad de encontrar en nuestra sociedad la belleza y la bondad que el monstruo no encuentra en si mismo. Y la tragedia de su destrucción al encontrarla.
Se podría hablar durante horas de todo lo que encierra la película. De la belleza cromática de su fotografía, totalmente artística, de las innovaciones en el plano técnico, de su sutil ruptura con el cine políticamente correcto de la época… Sí, podria hablarse mucho sobre esta obra.
¡Y lo haremos!
miércoles, 16 de abril de 2008
RESEÑA: "FRANKENSTEIN" (1931) De James Whale.
Publicado por Igor Von Slaughterstein en 2:00
Etiquetas: Reseñas Fantasmagóricas
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3 “Gooble gobble, one of us!”:
Hey hola recien buscando fotos, para postear acerca de la misma peli, encontre tu blog, esta muy bueno , pasate! un beso
Muy buena reseña, es breve concisa y maciza, además muy acertada. Frankenstein es una historia que vale mucho la pena ver pues es muy atractiva, además es ya todo un clásico. Hace poco que pude verla a través de Hbo películas online y la disfruté muchísimo pus me pareció muy entretenida y con un buen remate. Muy recomendable
Alguien me puede decir donde ocurrieron los hechos de la pelicula?
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